Crítica: Hasta volvernos a encontrar de María Belén Alemán
Esta docente porteña radicada en Salta, donde transcurrió más de la mitad de su vida, es autora de esta novela que ya va por su tercera edición. La estructura del texto se divide en dos partes: el diario personal de Laura denominados “cuadernos”, los cuales funcionan como introducción al pasado incaico; la poesía es un eje vertebrador al inicio de cada cuaderno o capítulo. Asimismo, estos poemas-de calidad dispar-se imbrican a lo largo del relato.
Estas introducciones, ya desde la dedicatoria del libro, nos previenen acerca del tono almibarado y cargado de cursilería que predomina a lo largo de toda la novela:
A todos los que creen
Que el amor aún puede salvarnos
Por si no quedara claro, insiste en ello al citar a variados poetas del mismo estilo empalagoso:
Cuando creábamos el amor
Creíamos en el amor
Nemer Ibn el Barud
La novela se trata, en esencia, de la vida de Laura, una cuarentona frustrada y sobrecargada por toda clase de insatisfacciones-sexuales incluidas-que encubre con su trabajo como periodista. De modo que parece una paciente con síndrome de fatiga crónica y es con ese entusiasmo que arranca Hasta que…. Veamos:
Me cuesta arrancar este nuevo día…me cuesta encerrar la noche bajo mi almohada para abrir la ventana y palpar la húmeda brisa mañanera (2014: pág. 13)
Con estas ganas contagiosas de vivir, la voz de la enunciadora encuentra algún escape a través de la fantasía:
Arrancar el auto y esperar-como en las novelas-que nos ocurra algo que nos saque de las rutinas y nos demuestre que aún quedan sueños que esperan ser soñados, que esperan ser vividos. (2014: pág. 13)
No queda más que lamentarse por el hecho de que no sea ¡ÉSTA! una novela que nos saque a nosotros, los lectores, de la prosa y poesía monótonas en que nos sumerge.
El aspecto onírico de la novela se produce, conjeturemos hipótesis de lectura, a causa de la testarudez de Laura por no tomar la medicación suficiente para sacudirse de la modorra del inicio. De todos modos, las ensoñaciones entre la vigilia, el sueño y algún desmayo constituyen una de las estrategias para armar una historia llena de contradicciones y de lugares comunes en los que Belén Alemán parece alegrarse en incurrir.
Por los momentos anafóricos transcriptos en sus diarios, se percibe una actitud pretendidamente feminista y hippona que se queda en mera pose. Así, Laura describe a sus compañeras de trabajo con los modismos estereotipados sobre las mujeres; desde su perspectiva, su compañera Alicia es:
…soltera, o solterona, como se quiera ver. Nunca nos dijo su edad. Hoy debe andar por los cincuenta y ocho…su ingreso al diario fue providencial, un regalo de un pariente lejano que se compadeció de ella… (2014: pág. 23)
El resto de sus colegas mujeres no tienen mayor suerte en este análisis, pues Laura las ve como celosas de su éxito, sin aspiraciones y la mirada femenina, según ella, oscila entre la compasión y la curiosidad proclive al chisme. Sin embargo, la crítica más lapidaria de Laura proviene de ella misma cuando reflexiona sobre su edad y su vida:
Dicen que los cuarenta es la mejor edad de la mujer (…) en el fondo todas esperamos que, aún pasados los cuarenta, alguien se enamore de nosotras, de esa mezcla de experiencia y vitalidad que circula serena por nuestra sangre. Fantasía tardía de mujeres aún en ebullición… (2014: pág. 30)
No, no es “Señora de las cuatro décadas” de Ricardo Arjona, sino la desvencijada Laura quien, como antídoto a tanta chatura, y en un alarde de audacia que la reivindica como feminista, imagina escenas de tímido erotismo con un mozo mucho más joven que la atiende en un bar. Y allí se detiene toda transgresión. Patético. Si uno imagina una situación sexual, hay que hacerlo bien y llevarlo a cabo con eficacia o quedarse sorbiendo el cafecito y seguir leyendo Cosmopolitan.
La novela está plagada de sinsentidos similares tales como escribir cartitas a Jorge, su marido, en plena era digital. Cuestionamientos al feminismo por transformarlas en víctimas incomprendidas (por el género masculino) y anhela que todo el movimiento feminista retroceda unos cincuenta años, así ella pueda estar más a gusto en casa, tal vez cocinando y fregando calzones para su marido. O quizás: Mejor me voy de compras. Una buena terapia femenina.” (2014: pág. 42) .En fin…
Una tercera parte de la novela se pierde en las divagaciones de Laura hasta que la noticia del hallazgo de cadáveres aborígenes en excelente estado de preservación la obligan a llegar a Salta en compañía del director del diario donde trabaja, Manuel. Durante el viaje Laura y su jefe inician algunos escarceos que se quedan sólo en eso, puro histeriqueo, más propio de adolescentes que de dos personas adultas.
Pero ¿hay algo de valor en Hasta que…? Sí, lo hay. Es evidente la investigación que debió realizar Belén Alemán para lograr la reconstrucción del mundo Incaico donde se desarrolla la historia de Mayuasiri, la doncella de las nieves y Wayra. Las descripciones de la vida en la Puna precolombina logran el efecto de transportar a esa época donde inician su imposible romance estos Romeo y Julieta precolombinos. Allí radica el escaso valor de Hasta que… pero, lamentablemente, la autora no ahonda en aspectos básicos de esas desaparecidas civilizaciones. Si Alemán hubiera empleado un enfoque antropológico, el de Liborio Justo por dar un ejemplo, se hubiera percatado de que el Tahuantisuyu se fundaba en las bases del tiránico sometimiento de un pueblo para la gloria de una casta gobernante; en efecto, esta recreación hecha por Alemán adolece de quedarse en puras descripciones teñidas de idealización. La realidad fue que para el súbdito del Inca resultaba impensable siquiera objetar en su ámbito privado los designios de su sacerdote, jefe militar y político. El estado totalitario del Inca tenía a su servicio inspectores públicos o Tuturikuk que funcionaban como precursores de una policía secreta que envidiaría cualquier gobierno actual. Cualquier sospecha de sublevación era castigada de manera inmediata con la pena de muerte para aplacar otros destellos de insurgencia.
Nada peor que la idealización obsequiosa y bobalicona de una antigua civilización que se caracterizó por su brutalidad más allá de los logros técnicos y artísticos, pero logrados en el seno de una tiranía sin par, incluso para los parámetros de los imperialismos actuales.
No se puede ahondar de manera más exhaustiva sin anticipar el final que, de todas maneras, es previsible, teniendo en cuenta el poco carácter del personaje de Laura. Aunque podemos añadir que esta novela parece una larga disquisición sobre si Laura debe divorciarse o no; donde la historia paralela de la doncella aparece apenas como una pobre excusa como gancho publicitario para quedar bien con salteños, pueblos originarios y potenciales turistas a quienes Alemán pueda captar para que compren su libro.
Había potencial en una novela que se quedó en promesas, pues no se produjo lo que toda novela debe tener: Ritmo, personajes definidos, una finalidad, etcétera. Ojalá esta crítica no sea vista como violencia de género de mi parte, nada más alejado de la realidad. Me hubiera gustado leer una digna novela. En todo caso, la violencia de género fue perpetrada por María Belén Alemán contra el género narrativo, el género poesía y el humilde género del diario personal. Ojalá no nos volvamos a encontrar más con una novela así.
Una cosa más, en los agradecimientos finales Alemán debería incluir al sufrido lector por recorrer sus páginas y haber llegado, estoico, hasta el final.
Rafael Caro
Calificación: Un Raffo. (Y decí que te fue bien, Alemán)
Alemán, María Belén. 2014, “Hasta volvernos a encontrar”. Mundo Gráfico Salta Editorial.
(Tercera Edición)